De un favor a un desafío
A Santi la soledad se le pasa de golpe a las seis y media de la tarde. A esa hora, miles de ojos infantiles miran atentos sus pantallas y esperan a que él explique qué van a dibujar hoy, todos juntos, cada uno en su casa.
La cuarentena ha convertido a Samlo –como va siendo conocido en las redes y en el mundo de la ilustración–, de repente, en profesor. Nunca había pensado en dar clases de dibujo, pero ahora hace mucho más que eso: consigue que más de 10.000 familias de distintos países se reúnan cada tarde con sus hijos para pasar una hora y media muy entretenida, mientras pintan, por ejemplo, un Mickey Mouse.
Todo empezó el 17 de marzo, cuando Javier, profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra y amigo suyo, le sugirió la idea de conectarse online para dar una sesión de dibujo a sus siete hijos. Él aceptó: “No sabía cómo ni qué resultado tendría, pero decidí que lo iba a hacer”. Se lo pasaron tan bien que, esa misma tarde, Javier y su mujer comenzaron a difundir la iniciativa entre sus amigos, y Santi envió un correo electrónico a algunos conocidos: “Al día siguiente ya éramos veinticinco personas”.
Santi maneja el lápiz desde los cuatro años, cuando comenzó a dibujar para matar el aburrimiento en sus días de niñez en Buenos Aires. Durante la juventud, pensó que debía dedicarse a la Arquitectura, pero tres años después abandonó la carrera y se mudó a España, donde comenzó a perfeccionar su estilo: “Decidí luchar por ese talento que Dios me ha dado”. Ahora, su afición infantil se ha convertido en una ocupación profesional, que compagina con los estudios de Comunicación en Pamplona. Desde hace unas semanas, sin embargo, para él dibujar significa mucho más: “Tenía claro que ese don no era solo para mí, sino para poder ayudar a otros, y acá estamos dando los frutos”. Estas semanas está contribuyendo a la iniciación en el dibujo de un numeroso grupo de familias que, de paso, ocupan de manera muy entretenida y útil una buena parte de las tardes.
El éxito de las clases de Samlo (@samlo.es en Instagram) está siendo tan grande que ha lanzado una página web para explicar la dinámica de las sesiones y cómo conectarse. Ya tiene alumnos de numerosas regiones de España y de otros países como Argentina, Chile y Uruguay. “Lo más emocionante es que, aunque estén los niños delante del ordenador, de repente te enteras de que también los padres están pintando a su lado sus propios dibujos”, comenta desde su piso en Pamplona, donde está pasando el confinamiento completamente solo.
De hecho, para él estas clases son, además de un modo de ayudar, una forma de “sobrellevar” estos días de aislamiento, porque le dan “una rutina” y un proyecto en el que ocuparse: “Por la mañana me levanto pensando en qué vamos a dibujar”. Samlo no improvisa, sino que todos los dibujos que propone a los pequeños tienen un motivo: “Hace unos días estaba pidiendo oraciones por mi madre, que está enferma por el virus, y decidí hablarles a los niños sobre la importancia de que se conviertan en los superhéroes de la casa y echen una mano a mamá y a papá durante la cuarentena. Así que dibujamos un superhéroe”.
A sus veinticinco años, Santi reúne en sus clases a niños a partir de los tres. También se apuntan padres y abuelos, que se lanzan a dibujar en familia y disfrutan viendo cómo los niños se entretienen, hacen preguntas a su profesor y luego enseñan orgullosos su dibujo a la cámara. Su labor educativa es tal que diversos colegios de España y Argentina le han pedido permiso para difundir esta iniciativa entre sus alumnos. Recibe correos electrónicos de padres y madres que quieren agradecerle su labor y su paciencia con los más pequeños. “Te convertiste en parte de nuestra nueva rutina y te lo agradecemos muchísimo”, le escribió una madre el pasado 28 de marzo desde Argentina en un correo electrónico en el que adjuntaba las pequeñas obras de arte que habían pintado sus hijos.
Santi está sorprendido de las dimensiones que está tomando esta “bola de nieve” y se muestra muy agradecido por esta oportunidad de poder ayudar “a nivel humano y profesional” en esta cuarentena. Él lo tiene claro: “Dios me regaló el dibujo para poder regalarlo a otros”.